«NO ES TIEMPO DE PAZ – LA NACIÓN ARMENIA NO PUEDE EXISTIR SIN EL MONTE ARARAT» – POR GUILLERMO KARAMANIAN, EMBAJADOR DE ARMENIA OCCIDENTAL EN ARGENTINA.

Los armenios tenemos características propias como pueblo. Muchas, variadas y muy ricas que nos otorgan a cada uno de los integrantes del pueblo una identidad que nos enorgullece. 

Una de esas características, sin duda, es el deseo de vivir en paz. 

Todos deseamos ser un único pueblo, con un único Estado en nuestras tierras ancestrales y desde todos los puntos cardinales en que nos encontramos como producto del genocidio turco impune, cada uno de nosotros queremos seguir perfilando nuestra identidad en familia y/o en comunidad, y en paz. 

Pero nuestra Patria tiene demandas que no podemos desatender si afirmamos que somos armenios. 

Una de ellas, central, capital, de primerísimo orden es la de recuperar cada una de las provincias armenias usurpadas por Turquía mediante la perpetración de un genocidio impune contra nuestros familiares mayores, las dos provincias que detenta ilegalmente Azerbaiyán y la que ilegítimamente administra Georgia. 

A pesar de nuestros deseos más profundos tendientes a evitar una confrontación bélica, la realidad (como siempre y en todos los órdenes de la vida) se impone a ellos y hoy, en 2025, la Nación Armenia se encuentra en una situación extremadamente delicada. 

Es necesario reconocer nuestros errores (que perfectamente pueden devenir del cruento genocidio del que fuimos víctima como pueblo) y visibilizar con claridad que hemos actuado a contramano de la historia y que como pueblo hemos fallado al elegir los objetivos que creímos favorables al interés nacional armenio. 

Esta autocrítica es necesaria y nos cabe a todos los armenios del mundo, sin distinciones, que rápidamente deberemos volver a transitar en unidad la senda correcta que es la que nos hará obtener la anhelada paz que todos deseamos (y a la que hoy no podemos acceder).

Mas sólo, luego de haber recuperado hasta el más insignificante centímetro del territorio en que los armenios hemos siempre vivido desde tiempos inmemoriales y que los países más importantes del mundo así han reconocido, reconocimiento que se encuentra vigente hoy en el derecho internacional público. 

A tal fin, lo primero que tenemos que conocer es el derecho internacional vigente que tenemos como pueblo. 

Somos un pueblo bíblico, originario, autóctono, indígena y milenario que tiene el derecho de vivir en su territorio ancestral. 

Y si, parte de nuestro territorio está vacío de armenios, y si muchos de nosotros nos encontramos viviendo en cualquier rincón del mundo, es porque aún somos víctimas de un genocidio impune.

Y es el propio genocida el que usurpa nuestro suelo patrio, territorio que el mundo ya resolvió que es armenio y de propiedad de la Nación Armenia, es decir, del pueblo armenio, es decir, de cada uno de nosotros. 

Más allá del derecho que tenemos como pueblo, nosotros hemos sido reconocidos como un Estado libre e independiente, país, sujeto de derecho internacional público por decenas de países en el año 1920 y ese reconocimiento se encuentra vigente para cada país que lo realizó. 

Además, los países de Armenia y Turquía (con la aprobación consensuada de todos los países que firmaron el Tratado de Sévres) solicitaron un arbitraje internacional para delimitar sus fronteras.

Y el 22 de noviembre de 1920, el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, actuando como árbitro internacional, dictó la sentencia del laudo arbitral que definió las fronteras occidentales de nuestro país Armenia con las fronteras orientales de Turquía. 

Por lo tanto, para Estados Unidos de Norteamérica, Inglaterra, Francia, Italia, Irlanda, Escocia, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, India, Bélgica, Grecia, Polonia, Portugal, Rumania, Japón, los continuadores jurídicos de la ex Yugoeslavia, los continuadores jurídicos de la ex Checoeslovaquia, Suiza, Uruguay, Perú, Venezuela, El Salvador, Brasil y Argentina: 

Nosotros somos ciudadanos argentinos (o del país en que cada uno de nosotros ha nacido) por derecho de suelo y somos ciudadanos del Estado Armenia reconocido en 1920 por derecho de sangre. 

Esta no es una opinión, es un hecho objetivo, concreto y jurídico apoyado en normativa de derecho internacional público. 

Lo segundo que debemos saber es que nuestro Estado armenio reconocido con el nombre de Armenia en 1920, para el final de ese año sufrió una importante injerencia externa ilegal que impidió nuestro normal desenvolvimiento estadual y nuestro desarrollo como país. 

Efectivamente, todo el territorio occidental fue usurpado violentamente por Turquía y todo el territorio oriental fue sovietizado por Rusia. 

Lo tercero, es que durante algo más de 70 años esta usurpación ilegal de todo el territorio armenio fue incorporando nuevos actores políticos y jurídicos que dentro de la ilegalidad disponían descaradamente y a su arbitrio sobre tierra soberana armenia. 

Y así, por la imposición de la fuerza sobre nuestro pueblo, alegremente se repartían nuestras provincias como si se trataran de monedas. 

Lenin regaló Kars y Ardahán a Ataturk y Stalin repartió Artsaj y Najicheván para Azerbaiyán y a Djavajk para Georgia, siendo todas estas concesiones lesivas al derecho internacional público y en perjuicio de nuestro Estado Armenia que sin embargo hoy puede accionar legítimamente para reivindicar cada una de sus provincias. 

Lo cuarto que debemos comprender es que el 21 de septiembre de 1991, 29.743 km2 de nuestro territorio (es decir de nuestro país Armenia reconocido en 1920 y usurpado en la forma descripta) eran gobernados por una dirigencia armenia soviética dependiente del poder central de la URSS.

Ante la inminente caída del régimen que los mantenía subordinados, solicitaron desafortunadamente al mundo independizarse de nuestro Estado Armenia para constituirse en un nuevo y pequeño país armenio, al que lamentablemente lo llamaron igual que nuestro país Armenia y que es conocido actualmente como República de Armenia. 

Este nuevo, pequeño y joven país armenio constituido desde el 21 de septiembre de 1991, es un país diferente al nuestro que permanece usurpado por el Estado genocida de Turquía y ahora también por Azerbaiyán más esa provincia armenia mal asignada a Georgia. 

Por esto es que existen dos países armenios reconocidos en el mundo, el pequeño que nos ha dejado a nosotros fuera de él; y el grande, que es el nuestro y que está completamente usurpado. 

Si la dirigencia soviética armenia hubiera tenido la valentía de haber escrito en el manifiesto de independencia que presentaron al mundo el 23 de agosto de 1990 que ellos se reivindicaban como el Estado continuador jurídico del Estado Armenia sujeto de derecho internacional público desde 1920, hoy seguiríamos siendo un único Estado.

Y, todos nosotros, seríamos ciudadanos de la actual República de Armenia con el derecho intacto a reclamar que se anexen a nuestro país todas las provincias que el mundo reconoció como armenias. 

Pero, como esa dirigencia decidió separarse exclusivamente con el territorio que efectivamente gobernaban por una ambición de poder personal y como ese deseo era compartido con las ansias del poder geopolítico mundial, hemos quedado fragmentados en dos Estados y con el nuestro abandonado y usurpado en su totalidad. 

Es importante aclarar aquí que la actual República de Armenia no tiene derecho internacional a reclamo territorial alguno porque al separarse de nuestro país Armenia de 1920 para constituirse en un nuevo país independiente ha perdido soberanía en territorios que ahora le son ajenos. 

Pero, al mismo tiempo, es importante destacar que como el primigenio Estado Armenia se mantiene vigente desde el momento del reconocimiento de cada país y a perpetuidad, las provincias armenias usurpadas por nuestros enemigos siguen siendo armenias, más allá de la imposibilidad que la actual República de Armenia tiene para reclamarlas por el motivo descripto. 

Es este el estado de situación que para el bien del interés nacional armenio  imperiosamente determinó la aparición en la escena política y jurídica internacional del Estado continuador jurídico del Estado Armenia reconocido en 1920, única entidad política con capacidad jurídica para ejercer el derecho al reclamo territorial.  

Y es así que, desde 2004 una élite armenia ha trabajado para constituir en 2011 al gobierno de la República de Armenia Occidental que actúa como continuador jurídico de aquél gobierno encabezado por Boghós Nubar como presidente y que tenía a Avedis Aharonian como plenipotenciario, entre otros importantes dirigentes que conformaban en ese año de 1920 la llamada Delegación Nacional Armenia. 

Por lo tanto, y por carácter transitivo hoy, todos nosotros, somos ciudadanos de la República de Armenia Occidental por ser el país continuador jurídico de aquél Estado Armenia. 

Lo quinto que tenemos que comprender es que las llamadas primera y segunda independencia de Armenia tienen un componente simbólico y folclórico muy interesantes pero que pueden influir en una incorrecta manera de interpretar los hechos y en cómo esos hechos se definen para el derecho internacional público. 

En esta órbita, y para el derecho internacional público, jamás existieron ni la primera ni la segunda independencia de nada; sólo existen en el derecho internacional público el Estado Armenia reconocido en 1920 y la actual República de Armenia generada en 1991 con 29.743 km2 de aquél. 

Lo sexto que se nos impone es hacer un análisis político sobre los resultados que está arrojando el ejercicio del poder de parte del primer ministro de la actual República de Armenia sobre el territorio armenio que gobierna. 

Nikol Pashinian se mantuvo expectante e inmutable cuando Azerbaiyán atacó a la población civil de Artsaj y nunca dio la orden al ejército de la actual República de Armenia para que intervenga en favor de Artsaj. 

Luego de la dolorosa derrota, firmó acuerdos ignominiosos sin capacidad jurídica para efectuarlos ya que él no tiene personería legal para representar al pueblo de Artsaj en el derecho internacional público. 

Manifestó que Artsaj es una provincia de Azerbaiyán y dijo que el Monte Ararat es un monte turco y que Armenia Occidental no existe, que sólo existe el oriente de Turquía lindante con el territorio que gobierna. 

En estos momentos, coquetea con Aliyev y Erdogan y ha colocado al pequeño país armenio que gobierna como si se tratara de una porción de territorio destinada a convertirse en un protectorado turcófilo con guiños hacia Estados Unidos de Norteamérica en un contexto geopolítico delicado con Rusia, Irán, China e India que se ven relegados y en algunos casos amenazados por el avance turco/OTAN en la región.  

El pueblo armenio que vive en la actual República de Armenia tiene que remover a los fantoches y poner patriotas a gobernarlos que le digan al mundo que la frontera occidental de la actual República de Armenia limita con la frontera oriental de la República de Armenia Occidental usurpada por Turquía. 

Que Artsaj siempre será una provincia armenia al igual que Najicheván y que el Monte Ararat es lo más armenio que existe en el mundo. 

Entendiendo nuestra realidad en el contexto que determinan la geopolítica y el derecho internacional público y para finalizar este compendio es necesario comprender que a pesar de nuestro deseo, no es este tiempo de paz. 

El tiempo actual es de reorganizarnos como pueblo comprendiendo nuestra realidad política y jurídica internacional. Lo queramos o no, hoy somos un pueblo dividido en dos Estados reconocidos en el derecho internacional público. 

La Nación Armenia no puede existir sin el Monte Ararat y no va a existir sin él. 

O nosotros nos organizamos en derredor de nuestra República de Armenia Occidental como continuador jurídico del Estado Armenia que consiguieron nuestros mayores, para recuperar todas nuestras provincias armenias por intermedio de las relaciones diplomáticas, la presión política y jurídica en ejercicio de nuestros derechos y cualquier otro medio que esté a nuestro alcance como pueblo originario armenio y en contra del usurpador Estado genocida de Turquía y de Azerbaiyán.

O ellos avanzarán sobre Ereván aprovechando este contexto de genuflexión que les ofrece el primer ministro de la actual República de Armenia mientras el mundo mirará para otro lado como hace hoy con Palestina y como hizo ayer con Artsaj. 

Anhelamos la paz, pero lamentablemente el tema escapó a nuestra decisión unilateral. 

Este no es tiempo de paz, es tiempo de comprensión de nuestra realidad, de organización, de unión nacional y de confrontar al enemigo de todas las maneras (si es posible mediante la imposición de la diplomacia internacional) para vencerlo y que sea sancionado por la perpetración del genocidio hacia nuestro pueblo y por la usurpación de nuestras tierras. 

Si nosotros no logramos imponernos a nuestros enemigos irremediablemente ellos avanzarán sobre nuestro pueblo. Eso también es un hecho que nos enseña la historia y no es materia opinable. Está muy claro que las cosas no quedarán así. 

El Ararat volverá a estar en una provincia armenia o Armenia perecerá. Por lo tanto, la idea de comprar paz entregando lo que sea, es una noción infantil, inmadura, contraproducente y nociva. 

El mundo está hecho de contradicciones y nos guste o no, para alcanzar la paz a veces hay que restablecer la justicia contra los victimarios defendiéndonos y atacando de todas las maneras posibles. 

Si el combate es inevitable es de necios intentar evitarlo. Tenemos que prepararnos en todos los órdenes para vencer en todos los frentes. 

Luego de conseguido el objetivo y recuperadas todas nuestras provincias armenias, será el momento de trabajar para unificar Armenia, para establecer una paz duradera y de imaginar un futuro feliz con un único Estado llamado Armenia que será fuerte, libre, independiente, unido y soberano para el bien de todos los armenios del mundo. 

Dr. Guillermo A. Karamanian 

Embajador de la República de Armenia Occidental en la República Argentina. 

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