Con base en Don Torcuato y planta propia también en México, Edelflex amplió su presencia regional y exporta tecnología industrial a más de 20 mercados.
Por Micaela Mura.
A los 21 años, Miguel Harutiunian llegó a Buenos Aires desde Armenia en 1994 con el equivalente a $ 900 y una carrera en ingeniería recién terminada. Su país acababa de independizarse de la Unión Soviética, la economía se desmoronaba y Europa comenzaba a cerrar sus fronteras. Argentina, en cambio, ofrecía estabilidad cambiaria, oportunidades laborales y una apertura que atrajo a muchos jóvenes extranjeros. Tres décadas después, está al frente de Edelflex, una empresa industrial con base en Don Torcuato que emplea a más de 80 personas, tiene operaciones en cuatro países y exporta tecnología a más de 20 mercados internacionales.
Con planta propia en el conurbano bonaerense y presencia en México, Uruguay y Estados Unidos, el grupo alcanzó en 2024 una facturación de u$s 15 millones, y proyecta cerrar este año con un crecimiento superior al 10%. Edelflex diseña y fabrica equipos industriales personalizados que automatizan procesos como mezclar, calentar, enfriar y transportar líquidos en fábricas de alimentos, bebidas, farmacéuticas y químicas, mejorando la precisión y eficiencia. Entre sus clientes están Unilever, Coca-Cola, Danone, Arcor, Bayer, Abbott, AB InBev, Sanofi y Tenaris.
Del desarraigo a la industria.
Cuando llegó a la Argentina, Harutiunian, si bien hablaba español, no tenía redes de contención. En sus primeros meses, y con la ayuda de la comunidad armenia en Buenos Aires, consiguió un empleo en una fábrica donde le habían prometido vivienda que nunca le dieron.
Tiempo después, intentó abrir una verdulería junto a un compatriota que, si bien no dominaba el idioma, contaba con algo de capital para invertir, pero la falta de infraestructura hizo que el negocio cerrara al cabo de unos años. Durante ese período, Harutiunian alternaba empleos nocturnos en un restaurante de Palermo con la venta diurna de impresiones, mientras vivía en un departamento compartido en Belgrano alquilado sin garantía, que se sostenía únicamente por la palabra entre inquilinos.
La oportunidad de estabilidad llegó recién en 1996, cuando, tras obtener su DNI argentino, logró ingresar como ingeniero de ventas en GEA Tuchenhagen, una firma alemana especializada en tecnologías industriales. Con el tiempo, fue ganando terreno dentro de la empresa y ocupando distintos roles, entre ellos ventas, compras, importación, clasificación arancelaria y logística. En 2004, una reestructuración global del grupo marcó un punto de quiebre: le ofrecieron representar en forma independiente la división de intercambiadores de calor GEA Ecoflex. La propuesta venía con una condición: debía abrir su propia empresa.
Aunque implicaba un riesgo, Harutiunian aceptó el desafío. Así nació Edelflex, con oficinas en Núñez -ubicadas en Avenida Libertador- y un equipo inicial de cuatro personas.

Una empresa con ADN argentino-armenio.
Edelflex significa «noble y flexible»: edel en alemán remite a lo noble, mientras que flex representa la capacidad de adaptación. Esa filosofía se trasladó a su modelo de negocios, centrado en el desarrollo de líneas de producción automáticas con tecnología de punta, hechas a medida según las exigencias de cada cliente. Desde el comienzo, la propuesta fue ofrecer soluciones llave en mano, con innovación, trazabilidad, eficiencia energética y cumplimiento de normativas internacionales.
La sede principal se encuentra en Don Torcuato, partido de Tigre, provincia de Buenos Aires, donde la compañía opera en un predio de 3000 metros cuadrados (m²). Ahí se distribuyen 1500 m² de planta productiva y 1000 m² de oficinas, y trabajan 82 personas.
En simultáneo, exportan soluciones a más de 20 países en América y otros continentes: Estados Unidos, México, Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Colombia, Perú, Ecuador, Cuba y Panamá, entre otros.
Expansión regional.
En México, hasta hace poco operaban con oficinas administrativas, pero en julio de 2025 inauguraron una planta de producción en el parque industrial de Tultitlán, Estado de México, con 1000 m² de planta y 150 m² de oficinas. Ahí trabajan 12 personas, que se suman al equipo regional que incluye ingenieros en Uruguay y Estados Unidos, donde hoy la firma tiene presencia comercial y técnica.
Además de la fabricación de intercambiadores de calor y piping sanitario de alta ingeniería, el equipo diseña y fabrica sistemas automáticos de mezcla, pasteurización, limpieza CIP, fermentación y dosificación, entre otros. Actualmente, la empresa abastece a compañías multinacionales como McCain, Ledesma, AGD, Biogénesis Bagó, Clorox, Sinergium Biotech, Mastellone y Promaiz.
FUENTES:
https://www.instagram.com/unionindustrialdetigre_uit
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